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La importancia de la moral en una sociedad en crisis

Desde una perspectiva crítica - dialéctica 

La buena conciencia es la mejor almohada para dormir 

Sócrates

Publicado: 2021-05-12

La moral es el conjunto de principios o normas (reglas) de comportamiento de las personas que regulan las relaciones de éstas entre sí y también respecto a la sociedad, a una clase determinada, al Estado, a la patria, la familia, etc. Por ello es considerado un conjunto de normas de comportamiento. La palabra moral, del latín mos (moris). Significa: ‘‘costumbre’’, ‘‘hábito’’.

Las normas morales de comportamiento forman el núcleo de la moral, lo que las distingue, principalmente, de las demás formas de la conciencia social. De ahí que se acostumbra a identificar la moral con el conjunto de las normas de comportamiento.

Las normas morales abarcan la conducta de las personas no sólo en el marco de la vida privada, sino todo el comportamiento del individuo respecto a las demás personas y a la sociedad (la clase). Las relaciones del individuo con la sociedad, la combinación del interés personas y el social ha sido siempre el problema principal de la moral.

La moral abarca no sólo los puntos de vista y sentimientos morales. Se aplica también a la estimación de todas las relaciones sociales (incluyendo su fundamento, las relaciones de producción).

¿De qué modo se transforman en leyes las normas o reglas y hace su aparición la ciencia especial que trata del derecho?

Engels decía los siguiente: ‘‘En una determinada etapa, muy primitiva, del desarrollo de la sociedad, se hace sentir la necesidad de abarcar con una regla general los actos de la producción, de la distribución y del cambio de los productos… Esta regla, costumbre al principio, se convierte pronto en Ley. Con la ley, surgen necesariamente organismos encargados de su aplicación: los poderes públicos, el Estado. Luego, con el desarrollo progresivo de la sociedad, la ley se transforma en una legislación más o menos extensa…’’

Los individuos se regían por determinadas normas de comportamiento, opiniones y sentimientos morales, etc., muchos antes de que hicieran su aparición las teorías éticas.

TIPOS HISTÓRICOS DE LA MORAL

Origen de la Moral

La moral hace su aparición sólo en la sociedad y únicamente a medida que el hombre abandona el reino animal y comienza a sentirse miembro de una colectividad, es decir, a tener a conciencia de su relación con los demás. ‘‘El animal no se relaciona con nada y, en general, no se relaciona; para el animal, su relación con los demás no existe como tal’’ .

Entres nuestros antepasados remotos surgió la necesidad y la posibilidad de regular sus relaciones, de conciliar la conducta personal con los intereses de los demás, con los intereses de la colectividad. La aparición de los hábitos y de las costumbres, las exigencias de la disciplina, la conciencia de la vinculación con los demás, y la responsabilidad por la causa común venían a corresponder a esta necesidad, surgida en el curso del trabajo.

Sobre esta base se desarrollaron también determinados sentimientos morales de las gentes primitivas y sus nociones acerca de lo que eran sus obligaciones (sobre el deber). Las reglas y normas de comportamiento, socialmente necesarias, se convirtieron en necesidad subjetiva de los individuos, en deber moral, en un asunto de conciencia.

La moral hace su aparición, sin ningún género de duda, ante que la religión y, posiblemente, antes que las artes primitivas.

La moral de la sociedad primitiva

Los seres primitivos desconocían la propiedad privada, los víveres que conseguían pasaban a ser propiedad de la comunidad. La disciplina, el horario de trabajo se mantenían entonces por la ‘‘fuerza de la costumbre, la tradición, la autoridad o el respeto que infundían los más viejos de la tribu o las mujeres, que en aquel entonces no sólo tenían frecuentemente iguales derechos que los hombres, sino que a veces hasta los superaban’’ allí donde los hábitos y las costumbres eran insuficientes para decidir acerca de la falta cometida por uno u otro miembro de la sociedad, se recurría a la opinión pública, cuya autoridad era inapelable. La colectividad, la comunidad se hacía responsable de las faltas de cada individuo.

La ayuda mutua era un fenómeno natural; la ociosidad y el parasitismo no eran posibles. El valor era la expresión de la fidelidad, la cobardía el testimonio de la carencia de esta última.

Según Lafargue, el concepto de justicia se reducía a la ley de la represalia: golpe por golpe, herida por herida, ojo por ojo, etc., a la ley que expresaba la necesidad de la autodefensa de la colectividad.

Únicamente la infracción la infracción de los límites territoriales, así como los casos de asesinato y de rapto de mujeres podían ser causa de guerra. No obstante, las guerras nunca se planteaban como objetivo exterminar por completo al grupo enemigo. Cuando cumplen la edad adecuada, los jóvenes, en muchas comunidades primitivas, han de pasar por la ceremonia especial de la consagración en los secretos de la tribu, a la que precede un período de entrenamiento particular. Simultáneamente, se inculcaban las reglas de moral imprescindibles, cuyo contenido eran ‘‘la laboriosidad, el ser fiel al deber, el respeto a los mayores, la obediencia a los padres y familiares, el altruismo y la disposición a prestar ayuda, la afabilidad y la fidelidad conyugal.

Según J. Lips dice que las enseñanzas que los pueblos primitivos daban a sus niños ‘‘son testimonio de una asombrosa pureza moral y, en esencia, superan a nuestras concepciones éticas’’

Sin embargo, la antropofagia sólo desaparece como resultado del progreso económico y cultural de la sociedad y únicamente entonces es considerada por los componentes de la sociedad como un fenómeno inmoral. Mientras existió la sociedad primitiva, el matrimonio colectivo era una forma de corriente y todavía en la actualidad, perviven los vestigios del matrimonio colectivo en ciertas tribus atrasadas.

La moral de la sociedad esclavista

La división de la sociedad en clases sociales separó al individuo de la tribu. Según Engels: ‘‘Los intereses más viles, la baja codicia, la brutal avidez por los goces; la sórdida avaricia, el robo egoísta de la propiedad común, inauguran la nueva sociedad civilizada, la sociedad de clases; los medios más vergonzosos, el robo, la violencia, la perfidia, la traición, minan la antigua sociedad de la gens, la sociedad sin clases, y la conducen a su perdición’’.

El triunfo de la propiedad privada sobre la social determinó el paso a la monogamia. Los esclavistas tendían a consolidar y perpetuar las condiciones de su dominio. De ahí su moral exigiese de todos los ciudadanos libre, fidelidad al Estado esclavista y a sus leyes, vigilar y despreciar a los esclavos a los esclavos, el valor y el heroísmo en la guerra, etc. Por ello los jóvenes atenienses juramentaban cuando alcanzaban su mayoría de edad civil: ‘‘No sumiré en el oprobio estas armas sagradas ni abandonaré al compañero de lucha y defenderé en cambio los templos y los lugares sagrados, solo o en compañía de los demás… y respetaré los sagrados emblemas patrios…’’ .

El sistema de educación de los aristócratas en Esparta estaba subordinado a las tareas de la preparación de guerreros valerosos y sufridos, capaces de soportar las dificultades y privaciones de las campañas, los tormentos a que eran sometidos los prisioneros, etc. En la sociedad esclavista, las guerras eran un fenómeno constante. La guerra se distinguía por extrema crueldad. ‘‘En todas partes se contesta a la matanza con la matanza. Se extermina con furor, sin el menor respeto a los derechos del hombre y a los tratados, que sólo se recuerdan cuando se impugnaban o se infringen. …. Las ciudades tomadas por asalto, todos los varones capaces de empuñar las armas son exterminados; las mujeres y los niños son vendidos en los mercados de esclavos’’ .

Junto con la aparición de las clases sociales, pierdan las mujeres la igualdad de derechos de que gozaban en la comunidad primitiva. En su infancia depende por completo de los padres; después, del marido (que no elige y, frecuentemente, no conoce hasta que se consuma el matrimonio), y si enviuda, de los hijos. Se les prohíbe participar de modo alguno en la vida social, y su cultura es nula. La monogamia sólo se aplicaba a las mujeres, no a los hombres. La infidelidad del marido había sido convertida en ley por la costumbre. El adulterio se consideraba, principalmente, un vicio en las mujeres, pero no en el hombre, según las leyes de Solón, por la infracción de la fidelidad conyugal una mujer libre pagaba con su vida o podía ser vendida como esclava. En Atenas, la mujer era un ser tan despreciable e inferior como un esclavo. En ninguno de los filosos más relevantes de la antigua Grecia aparece claramente manifiesta la protesta contra la situación esclavizada de la mujer, como tampoco contra la esclavitud. Platón agradecía a los dioses el que hubieran permitido nacer libre y no esclavo, hombre y no mujer. Aristóteles, el más grande pensador del mundo antiguo, no admitía que el esclavo fuese hombre, y la mujer libre miembro de la sociedad con igualdad de derechos.

Los escritores de la Antigüedad ensalzaban las virtudes ciudadanas de sus compatriotas, mientras que, por otra parte, fustigaban vicios como la hipocresía, adulación, servilismo, codicia, orgullo, maledicencia, etc.

La moral de la sociedad feudal

El régimen feudal, basado en la gran propiedad sobre la tierra, a diferencia del esclavo, el siervo de la gleba poseía instrumentos de producción y su economía privada. El trabajo del campesino era más productivo que el trabajo del esclavo. El terrateniente podía comprar y vender siervos. La ley y la moral, al expresar los intereses económicos de los terratenientes, prohibían matar siervo, y esto era un paso adelante en el progreso de la sociedad.

Según Engels: ‘‘Sobre el siervo gravitaba con todo su peso la totalidad de la pirámide social: príncipes, barón, obispo, monasterio o ciudad; siempre le trataban como a una cosa o a un animal de carga, o aún peor’’ . A pesar de que la ley prohibía matar a sus campesinos, podía, sin embargo, someterlo a severos castigos y torturas cuyo resultado era la muerte. A diferencia del esclavo, al campesino se le concedía el derecho a tener familia.

La nobleza feudal creó el culto al ‘‘honor’’ del caballero y del aristócrata. Sin embargo, este ‘‘honor’’ glorifico solía encubrir el parasitismo, la crueldad, el despilfarro y el libertinaje de la clase dominante. El caballero feudal ensalzaba el valor y el arte de la guerra, pero sentía aversión hacia cualquier tipo de trabajo manual, así como al comercio.

Se rendía tributo a una dama noble, pero, al mismo tiempo, gozaba del ‘‘derecho de pernada’’, a la vez que obligaba a cohabitar con él a las campesinas siervas y la servidumbre. Según Engels, el amor de los caballeros cantando en los romances no era, ni mucho menos, el amor conyugal. De las mujeres se exigía fidelidad incondicional hacia su marido, mientras que el deshonrar a una mujer ‘‘solo era un honor envidiable’’ en los hombres. A diferencia del matrimonio de la Antigüedad, el de la sociedad feudal era consagrado por la religión.

La moral dominante de la sociedad feudal era el principio de la lealtad personal, que venía a ser como un complemento de la coerción extraeconómica. En la sociedad feudal, el hombre no ser independiente. Siempre era vasallo de alguien. Si no admitía serlo, era considerado como un vagabundo, al que sólo podía despreciar. Las mases oprimidas buscaban consuelo de los sufrimientos de la vida poniendo sus pensamientos en la felicidad que, después de muertos, les prometía la religión.

La religión alcanzó un enorme poder sobre las mentes ser convirtió en la legisladora de la moral. Por ello el cristianismo no impulsaba al pueblo a la lucha revolucionaria, sino le inculcaba la esperanza en la llegada del divino Salvador.

El cristianismo renunció a predicar la venganza y el odio, bendijo la opresión de los esclavos y los siervos, su humildad y sumisión ante los amos. Condenaba las sanas tendencias humanas por alcanzar la felicidad y la alegría en la vida terrena. Preconizaba el desprecio a la mujer como ser de especie inferior: los procesos medievales de brujas son el testimonio de la burla salvaje que de las mujeres hacía la Iglesia Católica.

La Iglesia católica perseguía con una crueldad especial las herejías y cualquier tentativa de poner en duda la autoridad de la religión y de ella misma; implantaba a sangre y fuego su dictadura, con su bendición, en las llamadas Cruzadas.

La moral burguesa

El desarrollo del capitalismo modificó la ‘‘moral''. La sociedad burguesa abrió ante la clase oprimida una senda de lucha. Sin embargo, la sociedad burguesa trajo a los trabajadores una nueva esclavitud (hipócrita y maliciosamente oculta tras el principio de la libertad) y nuevos procedimientos de destrucción física y moral de la personalidad.

La pasión del lucro impera en todas las esferas de vida de la sociedad burguesa. Rige en la prensa, dicta sus exigencias a la ciencia y las artes, a la política y a la legislación. El desarrollo de la personalidad sobre la base de la propiedad privada es, al mismo tiempo, el fomento del individualismo más extremo y del egoísmo en el comportamiento.

Cada burgués, tomando por separado, no necesita de preceptos y reglas morales de ningún género que frenen la tendencia al lucro. Pero sí son necesarias para la protección de la propiedad y también para justificar ante las mases la avidez burguesa, para encubrirla, para adornarla. Tales como: la avidez, el egoísmo, la venalidad, el odio al hombre, la mentira y la doblez.

La clase dominante siempre defiende el punto de vista de que debe existir una moral doble: una para la defensa de los intereses generales de la clase dominante y para engañar a las masas, y otra para el comportamiento práctico de los miembros de la clase dominante.

La burguesía no puede dejar de ser hipócrita, ni en su política ni en su moral. Por el contrario, cuanto más profunda y multifacética es su inmoralidad, tanto más invoca la moral y la religión para defender las bases de su dominio.

“La educación moral, en un 90%, se recibe en el hogar y en la comunidad, no en escuelas”.

REFERENCIAS

A.F. Shiskhin (1970); Teoría de la Moral. Editorial Grijalbo S.A.: México D.F.

Aristóteles, La Política.

Bonnard, A. La civilización griega.

Engels. Contribución al problema de la vivienda.

Engels, F. La Guerra campesina en Alemania. 

Lenin, V.I. Acerca del Estado

Marx, C. & Engels, F. La ideología alemana.



Escrito por

Jorge David Escalante Muñoz

Educador, Filósofo, Conferencista, Activista Social y Defensor del Medio Ambiente.


Publicado en

EL MUNDO DE LA FILOSOFÍA

Contiene la principales preguntas sobre cuestiones fundamentales de su existencia y la del mundo, se plantea y planteado la humanidad